La comida en el puente
Me siento en una mesa que está sobre el puente. Lo malo de esas mesas es que bailan un poco, y es posible que el viento se lleve mis hojas de problemas. Se acerca la mesera. «Una Goa, por favor» le digo. «¿Y de tomar?». «Agua de mango». Tengo que aceptar que hubiera pedido vino tinto si hubiera sido un poco más tarde, pero en ese momento el agua de mango sonaba muy bien.
Espero un poco, observando a ambos lados del puente. A mi derecha, hacia abajo, veo algunos chavos y chavas de rastas. El más lejano concentrado firmemente en dibujar un tatuaje en su cuaderno con una cantidad interminable de dibujos. Los más cercanos tejiendo y tejiendo collares y pulseras. Seguir leyendo