A veces no te enamoras de una persona. A veces te enamoras de una foto. O de una frase. O de una sonrisa instantánea. Vamos a llamarle a esto un «amor fugaz». Lo bueno de los amores fugaces es que no son únicos. Puedes fácilmente estar enamorado de un gesto y de una anécdota al mismo tiempo sin que ni a uno ni a la otra le de celos.
Así mismo, los amores fugaces no son sinecdóquicos. ¡Vaya palabra! En la literatura muchas veces se dice «Me enamoré de la sonrisa de Laura» y uno entiende «Se enamoró de Laura». Se dice «la pluma de ese escritor es muy buena», pero en realidad la gente se refiere al escritor mismo. En el amor fugaz no pasa esto. Ejemplo:
A: Me enamoré de la sonrisa de Laura.
B: ¡Ah, sí ella es verdaderamente linda!
A: (confuso) ¿Qué?
«A» está enamorado fugazmente. ¡Qué afortunado!
Algunas personas están asustadas de los amores fugaces casí como si fueran tan intensos como el amor mismo. Si eres de estas personas, ¡no temas! Toma un descanso, camina por el parque o métete a ver un blog de fotos. Y hazte de un amor fugaz. Como el afortunado de «A»… Que envidia… Ahorita vengo…
Es muy bueno y muy interesante
Gracias Ceiry. Saludos.