Algo me pasó mientras estaba en la carrera de matemáticas. Mientras estaba haciendo todas las tareas, dando clases, viendo teoremas y otras cosas, dejé la lectura un poco de lado. Es decir, la lectura como placer. Tuve un poco de esto cuando llevé el seminario de Filosofía de la Ciencia con Alejandro Garciadiego, pero todavía eran cosas muy académicas. Eran más que nada libros acerca de qué es la ciencia, de cómo leer libros teóricos y cosas de divulgación Vaya, en general leí muy poco por placer durante la carrera.
Recuerdo perfectamente que el último libro que leí antes de 2011 fue La conquista de la felicidad de Bertrand Rusell (libro interesante por sí mismo, quizás les cuente al respecto de él en algún post futuro).
Llegó el 2011 y no me esperaba lo que sucedió. Seguir leyendo